En homenatge a Joan Francesc López Casasnovas
El pasado día 19 participé juntamente con Rafel Borrás, Damiá Pons , Cosme Aguiló y Rafael Ribó en un acto que organizaron los amigos de Joan López Casasnovas en Palma. Un acto en donde nos volvimos a encontrar muchos amigos de Mallorca como de menorquines residentes que quisieron mostrar el reconocimiento y el cariño a uno los intelectuales que es referente en toda nuestra sociedad.
Tras la presentación por parte de Rafel Borrás me tocó iniciar el acto con una lectura sobre la trayectoria y el compromiso que Joan López estuvo llevando durante estos últimos cincuenta años.
“Joan nos decía que nuestra cultura, la menorquina, sufre una serie de situaciones que nos abocan muchas incertidumbres sobre su supervivencia. Le preocupaba la destrucción permanente del territorio, del crecimiento basado en un consumismo derrochador, el neocolonialismo cultural y una recentralización política en este mundo de la globalización. Todo esto anula las diferencias y la diversidad e imponen una homogeneización con el apoyo de los medios, que promueven la imitación de los modelos y de su repetición.
El sistema logró la desmovilización y la desintegración de la mayor parte de la vanguardia antifranquista. Muchos colectivos fueron absorbidos y profesionalizaron sus compromisos, mientras que otros pasaron a trabajar en la industria cultural. Otros muchos cedieron sus fuerzas transformadoras para convertirse en funcionarios públicos, que será la salida laboral de muchos de nuestros jóvenes para asegurarse un futuro cómodo.
Ante ese panorama, que ya observábamos, nos decía que era muy necesario e importante dedicar más tiempo al conocimiento, a la imaginación y a los deseos, que serán los tres factores determinantes para elevar la conciencia de las personas y de los pueblos. Nos planteábamos: ¿Cómo nos conocemos?, ¿cómo queremos ser?, ¿qué pensamos los menorquines y menorquinas en este siglo XXI?
Su cultura política partía de Gramsci, y su praxis la observamos con su participación en todos los movimientos reivindicativos, sociales, políticos y culturales. Y lo hizo con una actitud de construir puentes entre las diferentes orillas y de desarrollar actividades que buscaran respuestas a los problemas que aquí teníamos, sin excluir a nadie, siendo integradores y unitarios. Una integración que siempre estaba presente en sus propuestas, cuando defendía la importancia del bloque histórico, que nosotros entendíamos la unión de la fuerza de la cultura con la del trabajo.
No nos tiene que extrañar, por lo tanto, su gran simpatía y las relaciones con miembros e intelectuales del PSUC primero, y más tarde con Iniciativa per-Catalunya y con amigos de Mallorca, Eivissa y País Valencià del ámbito de la política y de la cultura.
Mi primera relación con Joan data de 1975, cuando le pasé algunas revistas Realidad de 1967, que me regalaba mi amigo Josep Verdura, en donde Joan descubrió la obra de Antonio Gramsci con los artículos de Manuel Sacristán, y mostró mucho interés por todos los artículos que le iba ofreciendo del sociolingüista Francesc Vallverdú que pasaba de una visión abstracta de la lengua a una realidad, que solo se podía hacer desde una izquierda cultural.
El 6 de febrero de 1976 Joan le escribía a Gustau Juan Benejam desde Monte Hacho (Ceuta), en donde hace referencia a la conferencia de Ribó. Joan se preguntaba: “Tasques important al si del Congrés de Cultura Catalana?
Record que Ribó parlá a l´Ateneu de Maó – quan només mancaven poques hores per regresar a Ceuta- de la urgencia d´una conciencia nacional al nostre poble ; de la necessitat que el Congrés fos auténticament popular i és fixàs com objetiu últim l´assoliment dels drets inalienables per als PaÏsos Catalans. Congrés de Cultura Catalana , doncs, es a dir Congrés de Política Catalana. Ja és hora d´aixercar-nos del faç obligat i afirmar la nostre veu. Ha sonat l´hora de l´esquerres”.
Esa hora de las izquierdas nos llevó a entendimientos con otras fuerzas políticas y personas independientes para organizar candidaturas en los ayuntamientos, Consell y Parlament de les Illes, que se inició en primer lugar con el PSM- Agrupament d´Esquerra de Menorca, y a partir de 1987 con la EEM (Entesa de l’Esquerra de Menorca), que logró ser una fuerza transformadora en Menorca. Fueron las diferencias personales y la voluntad de algunos colectivos orgánicos que quisieron emprender su propia ruta los que lograron dinamitar el proyecto.
Joan dio un paso al lado, y desde ese momento nunca quiso tener la más mínima relación orgánica ni política con algunos de aquellos colectivos. Su estado de ánimo se manifestaba con un pesimismo de la razón, pero con una fuerte voluntad de optimismo nos llevó a realizar otras cosas.
Él observaba la situación de la sociedad de las islas y veía imprescindible integrar los signos de identidad nacional y la reivindicación de los derechos nacionales en todas las acciones y estrategias en las diversas formaciones políticas, sociales, económicas y culturales. Ese gran campo societario se tenía que ampliar para no excluir a nadie y poder compartir, al menos, unos mínimos referentes para lograr una transformación del modelo de Estado y que todos los pueblos pudieran decidir por sí mismos su futuro.
Joan no era una persona a quién le gustara aparentar o figurar, su firmeza supuso una coherencia que se demostraba a través de su teoría y praxis, que era lo que le daba credibilidad en nuestra comunidad. Un intelectual debe escuchar, observar y, sobre todo, participar en la vida cotidiana, buscando respuestas a las cuestiones comunes. Cuestiones que él comprendía y por las que hacía política con pasión. Es decir, una conexión sentimental entre la cultura y el pueblo para explicar las situaciones históricas. Siempre escuchaba y atendía a todos con humildad y con la sencillez de sus argumentos. Durante esa larga etapa que fuimos recorriendo juntos observé su capacidad para el diálogo y su actitud abierta para comprender las raíces de los problemas con los que nos encontrábamos.
No tengo estudios académicos para analizar la obra literaria de Joan López, me gustaba y para mí, ser poeta, escritor, profesor, político y persona con humanidad era lo mismo. Sentía que su poesía era como un arma cargada de futuro y de resistencia. Una poesía de amor, de reivindicación, de añoranza, de rebeldía, la de un caminante y marinero que buscaba la identidad de su pueblo, y que sabía construir ideas y pensamientos, y con la fuerza de la palabra recuperaba la memoria histórica y forjaba una cultura que fuese transformadora.
Todo partía desde su conciencia de clases que nos unió en un largo recorrido desde el PCIB, Asamblea Democrática de Menorca, Esquerra de Menorca, EEM, Coordinadora de la Defensa del Territori, el No a la OTAN y a las guerras, manifestaciones de apoyos a las reivindicaciones sindicales y en defensa de la escuela pública, por la Memoria Histórica en actos conmemorativos por la República, por el derecho de autodeterminación, por la derogación de la Ley Mordaza, en Acció Cultural de Menorca y en los últimos años en Menorca per la Democracia, entre las actividades con mayor transcendencia en la calle y en los medios.
Es a raíz de los diferentes gobiernos de Rajoy entre el 2011 y 2018 que Joan muestra cada vez más su preocupación por el despilfarro y el derroche que se hace en nuestras instituciones. Tras la dura crisis del 2008, seria cuando reflexionaría con la intervención de Enrico Berlinguer en 1977 sobre la “austeridad” como columna vertebral de una sociedad alejada del capitalismo neoliberal. Las consecuencias de aquel gran despilfarro de materiales, de un consumismo desenfrenando, el individualismo alienante y las grandes desigualdades las empezamos a tener delante de nuestras narices con los brotes del neofascismo populista.
Todo esto estaba en su pensamiento gramsciano. Sentía una gran preocupación porque la gran fuerza de la cultura menorquina, que era transformadora y ligada al territorio, había dejado de lado la hegemonía cultural de este pueblo para abrazar las iniciativas de la cultura comercializada. Muchos de nuestros políticos y profesionales aceptan todo lo que se les ofrece por la espectacularidad de las actividades, desde la iniciativa de la industria cultural foránea, con la colaboración de todos los medios, privados y públicos, de nuestra isla.
Joan era un gran lector y me hacía participar en sus lecturas, aunque en muchas ocasiones le manifestaba mi dificultad. Aun así, nos íbamos enriqueciendo con las diferentes aportaciones de intelectuales que eran nuestras referencias. Así, gente como Chomsky, Fontana, Pierre Vilar, Ferrán Gallego, Eric Hobsbawm, Tony Judt, T. Todorov, Yuval Noah Harari, Slavoj Zizek, Karl Polany, Ágnes Helles, Valeriano Bozal, David Harvey, Hannah Arendt, Timothy Snyder, Boaventura de Sousa y otros fueron nuestras lecturas en estos cincuenta años de amistad.
Tengo que reconocer que él era mi maestro, (de la misma manera que también lo es Valeriano Bozal), yo su alumno y compañero. Supimos escucharnos y construir con todas las dificultades este gran valor que significa la amistad y la fraternidad.
Le echo en falta. La ausencia de un ser tan querido ha moldeado mi presente, pero guardo con mucho cariño su memoria, y pienso que muchas cosas que defendíamos eran utópicas, pero serán verdades avanzadas en el futuro.
Todo esto que he expuesto es la mayor riqueza que conservaremos para que su memoria esté presente en nuestra sociedad”.